Compartir coche mejorará nuestras vidas
Muchos hablamos del cambio
climático, de sostenibilidad energética, del medio ambiente, de reducir la contaminación…
pero pocos nos preguntamos ¿Hay algo que yo pueda hacer cada día para mejorar
el mundo en que vivo?
¡Sí que lo hay!
Quisiera señalar un
comportamiento muy extendido en el mundo civilizado, que en principio parece
una expresión de libertad, pero que en realidad empeora nuestra calidad de
vida. Es el uso tan poco eficiente que hacemos del medio de transporte más
habitual: nuestros vehículos.
Millones de coches circulan cada
día transportando una sola persona; y desperdiciando una aberrante proporción de 4 plazas
libres por cada conductor. Este rendimiento
tan bajo, solo ocasiona despilfarro y, con la tecnología que tenemos en el
siglo XXI, es inaceptable que en nuestra “avanzada” sociedad sigamos haciéndolo tan
mal.
A partir de ahora, debemos aprovechar estas plazas libres. Igual que recurrimos a Google
para buscar algo en Internet, crearemos un sistema que, mediante los
smartphones que todos llevamos, nos ayude a encontrar a personas de nuestro
entorno que van en nuestra misma dirección, para llevarlas en nuestros coches.
Esto creará un círculo virtuoso de tales proporciones, que rescatará a la
humanidad de muchos de sus problemas.
Las personas podemos ser
altruistas, pero en realidad compartiremos los coches por egoísmo; porque a
la mayoría nos interesa, y mucho:
- Al conductor, porque, mientras va de camino a su destino, compartirá los gastos del viaje con los pasajeros que lleve. De este modo, recuperará casi todo el dinero que hasta ahora estaba pagando él solo (la compra del coche, impuestos, el combustible, seguro, mantenimiento...)
- A los pasajeros, porque, usando el coche de otro, viajarán con la comodidad y la rapidez de un taxi, pero a precio de autobús. Unos ahorrarán tiempo y transbordos en transporte público. Otros se librarán de conducir y de buscar aparcamiento. Y todos ellos ahorrarán dinero.
Pero hay mucho más. Obtendremos
ventajas adicionales para todos; y más importantes, si cabe:
Gracias a su mejor aprovechamiento,
el número de coches en circulación se reducirá drásticamente. Esto hará que la
energía consumida por el transporte (que es el 60% del total) baje a menos de
la mitad, y una menor demanda abaratará su precio. Se acabarán los
embotellamientos de tráfico en las horas punta y también los problemas para encontrar
aparcamiento. La excesiva contaminación del aire que padecemos en las grandes ciudades,
será historia. Todo ello nos llevará a sufrir menos estrés y nos proporcionará una mejor salud y calidad de vida.
En realidad, vemos que son los actos cotidianos los que a la larga determinan nuestras condiciones de vida. Dicen que cada pueblo tiene el gobierno que se merece. Efectivamente, aunque no nos guste, nos merecemos lo que tenemos, si no hacemos algo para cambiarlo.
Hoy en día, disponemos de todos los adelantos tecnológicos necesarios para salvar nuestro planeta. Solo falta una cosa: un cambio de mentalidad y de las costumbres de los seres humanos. Paradójicamente, este cambio es lo más difícil de conseguir. Pero, no solo es posible, sino que será mejor que lo afrontemos cuanto antes.
Ya sé que ahora parece difícil que
gente acostumbrada a viajar por sus propios medios admita compartir coche con
extraños. Pero, cuando comprendamos que formamos parte de una comunidad, que
todos somos ciudadanos con las mismas necesidades de transporte y que podemos
ayudarnos mutuamente, percibiremos el sistema de uso compartido de vehículos como
una plataforma que nos dará nuevas opciones, que nos permitirá organizarnos como
queramos:
- Cuando voy al centro prefiero ir de pasajero,
- Mañana llevo el coche pero ahorro ¾ partes de lo que gastaba antes,
- Hoy tengo prisa y voy solo, o
- Hay un autobús que me deja en la puerta.
Para terminar, solo diré que el
objetivo es ambicioso. Por eso debemos empezar ya a colaborar para crear este sistema.
¿Sabéis cual es mi sueño? Seguro
que muchos recordaréis un libro que leísteis de pequeños: “La vuelta al mundo
en 80 días”.
Hoy, que se puede dar la vuelta al
mundo en 24 horas, no le damos mérito; pero cuando lo escribió Julio Verne, era una auténtica novela de ciencia ficción. En 1872, un hombre tenía que ser muy valiente para intentar
dar la vuelta al mundo a base de encadenar los medios de transporte de la época.
Este reto que planteo, no es hacer funcionar el sistema en unas pocas ciudades, sino en todo el planeta; de modo que nos permita
dar la vuelta al mundo en unas vacaciones. Pero no a base de comprar billetes
de transporte, sino compartiendo los vehículos de personas de todos los
continentes.
¿No es un sueño que merece la
pena difundir?